Juventud, divino tesoro. Cantaba Luca de Sumo, una de las bandas legendarias de nuestro rock nacional. Sé que debo sonarte a viejo, podría hablar muchísimo de cosas que solo entenderían “los de mi generación”, los que ya estamos entrando a los 50.
Pero no cabe, no quiero que parezca un sermón del tío nostálgico, que cree que el mundo no debería haber cambiado. La realidad es que cambió, a una velocidad increíble, y que los pibes como vos – si estás entre los 20 y 30 años -, ya no tienen las mismas inquietudes, ni buscan respuestas en los mismos lugares (por ejemplo al amor o a la diversión).
Tampoco se sienten obligados a respetar nuestros ideales, tal como nosotros hacíamos con los de nuestros padres, para estar a favor o hacerles la contra, pero estaban ahí, como una carga o como una referencia que nos guiaba.
Sos Millennials, ponele, nunca me coparon esas clasificaciones. Sin embargo – a ésta la vi desde el principio – la tecnología lo cambió todo. ¿Que más se podría decir que no se haya dicho?
Dicen que te gusta viajar, sentirte libre, disfrutar a pleno de las nuevas experiencias, comprar arte y tecnología. Hacer tus cosas sin tantas vueltas, elegir con qué comprometerte y hacer honor al universal carpe diem – vive el día.
También es cierto que el país que te vamos dejando te obliga a empezar antes. Nosotros a los 25 años, uff… si te contara, en plena década del 90, teníamos menos opciones: los celulares eran ladrillos, Internet estaba en pañales y las chances laborales no eran muchas ni tan variadas como hoy. Ninguna empresa nos dejaba trabajar a nuestro modo, en nuestro tiempo o con nuestras propias reglas. Y sí, eso nos hizo más lentos, más territoriales y también más conservadores.
A vos te caracteriza la acción, el cambio, el emprendedurismo, el cuidado de tu estética y de tu reputación. Querés estar conectado y estimulado. Hoy parece muy importante marcar la diferencia, mantenerte informado y aprovechar las oportunidades al máximo, vos me sabrás decir si estoy equivocado.
En el fondo, sé que no tengo mucha autoridad para aconsejarte, aunque me haga el amigo no entiendo mucho sobre tu forma de ser y de pensar, y no voy a aprender nada por leer un libro o verlo en la televisión. Hay cosas que sólo las puede saber el que las vive, lo asumo, esta epoca es la de “tu juventud”, ya no de la mía.
Pero te tengo malas noticias, hay un momento en la vida en que algunas cuestiones se emparejan, le pasaron a mi abuelo, a mi papá y también a mí. Un día el bienestar tendrá mucho que ver con las decisiones que fuiste tomando a lo largo del tiempo, y si coincidimos que el dinero es un medio para lograr objetivos, que puedas usarlo bien es la clave. ¡Ojo! la idea no es que te enrosques con el futuro, con lo que pudiera pasarte, nadie lo sabe. Lo que te estoy diciendo es que vos, porque te toca vivir en este momento maravilloso y globalizado, podés destinar algo de lo que juntás mes a mes para adelantarte a lo que un día sentirás como exigencia, aunque lo tuyo no sea tener pareja, hijos, arraigarte en un lugar, no importa. Un día te preguntarás si fuiste inteligente, si no desperdiciaste las ocasiones que se te presentaron. Porque vos sí tenés acceso a la información, contás con muchas más herramientas que nosotros para entender tu presente y evaluar lo que más te convendría.
¿Qué onda yo, diciéndote esto? A ver, soy justamente uno de esos que no pudo, que no supo cómo. Cuando me enteré que la empresa salía con Natania Joven pedí que me dejaran escribir un artículo para que charlemos. Natania Joven es un plan para que puedas ir invirtiendo en tu departamento, sin apuro, con una guita mensual que si no la usaras así seguro te lo gastarías en tonteras. Es ideal, especialmente porque todavía te sobra tiempo.
Pensalo de este modo. Suponte que empezás a pagarlo y como quien no quiere la cosa en 4 años salís adjudicado. En 6 años, tendrías tu departamento, justo para la mejor época de la vida, porque lo mejor viene después de los 30, creeme.
Con un departamento ya tenés muchas historias aseguradas. Lo podés usar para independizarte de tus viejos o para alquilarlo. Podés convertirlo en un espacio de trabajo o poner a funcionar tus ideas. ¿Te gusta viajar?, bueno tener un departamento es ideal para alojar gente que vive en el extranjero, que luego podría darte alojamiento a vos… y así. Al fin de cuentas, tener un lugar para caer cuando lo necesites, sabiendo además que si te cansás o te querés mudar lo podés vender. Jamás perderías plata, la propiedad inmobiliaria es la única que no pierde su valor.
El mundo cambia, pero no todo cambia. Un día tus sueños serán diferentes, asumirán otras formas, aparecerán otras necesidades y sentirás de otra manera. ¿Cómo será? Ni idea, eso te lo dejo a vos. Lo único que puedo asegurarte – y te vas a acordar de estas palabras un día – es que destinar una pequeña parte de tu dinero a invertirlo te convertirá en “un distinto”, y en unos años, en alguien que vivió su presente y no se durmió con el futuro.
Marianela
12 octubre, 2018 al 6:04 pmCuanta verdad!…