La maternidad es la virtud de quienes crean, cuidan y aman en diversidad y tolerancia.
Por mucho tiempo hemos aceptado que la maternidad es una vivencia profundamente transformadora, protagonizada por algunas personas que en algún momento de sus vidas deciden atravesar la maravillosa experiencia de dar a luz, asumiendo una responsabilidad que exige amparo, nutrición, cuidado, educación y amor a lo largo de la vida de los hijos.
Pero también es cierto que el mundo va cambiando sus formas de pensar y que la sociedad se va volviendo cada día más rica y diversa. Para nosotros, el primer paso es pensar que la maternidad es una función social fundamental, que va mucho más allá de la condición de ser mujer. Hoy la maternidad se expresa en miles de formas y podemos cuidarla, promoverla y festejarla en cada lugar en donde aparece o la reconocemos.
Porque también hay hombres que asumen con valentía las exigencias de la maternidad, que incluso en soledad, velan, acompañan y alimentan a sus hijos con la misma entrega y desvelo con el que durante siglos hemos identificado a las mujeres. Porque así como hay hombres que ejercen la maternidad, también hay mujeres que ejercen la paternidad, que se desarrollan en el mundo laboral aportando el sustento y la seguridad que en otras épocas esperábamos de los hombres.
Porque se puede ser madre de un hijo, pero también de los sobrinos, de los hijos del vecino, de los niños de la guarde o los alumnos de la escuela, de los empleados, de los amigos o de los compañeros del club. Porque hasta la persona que cuida a los hijos de otros como parte de un trabajo también ejercen la maternidad, dando mucho más de lo que recibe a cambio, pues la maternidad es una de esas virtudes que no se pueden contratar.
La maternidad es amplia, no responde a sexo, género, edad, ni a ninguna otra categoría social. Porque se puede ser madre de una mascota, de una idea que se pone en práctica para mejorar la vida de las personas, ayudándoles a lograr una existencia más feliz y más digna. Porque hay empresas y organizaciones que también cumplen esa función valiosa, siempre atentas a las necesidades y problemas de su gente, apoyando sueños y enseñando valores.
La maternidad, mucho más que ser mamá, es el don de quienes con generosidad obsequian dones. Porque desear, cuidar y acompañar ya no tiene que ver con una posibilidad biológica, sino con una decisión de amor para siempre, el amor que da vida, el amor que es entrega diaria y sin condiciones, el mismo amor que nos hace humanos, y que nos salva.
La maternidad es amor sin condiciones.