Tener la vivienda propia fue siempre una solución definitiva para muchos temas de la vida cotidiana: gastar el dinero en un alquiler para que lo aproveche un dueño que no sos vos, saber que dependés de otro cada vez que tenés que renovar, no sentirte motivado a mejorarla porque “no es tu casa”. La seguridad que se experimenta teniendo algo propio es indescriptible, puede pasar cualquier cosa, pero si el techo está asegurado, vivimos tranquilos.
Luego también pensar en tus hijos, nietos, ¿qué les vas a dejar?, en tu retiro, en el valor creciente de las propiedades inmobiliarias que funcionan como resguardo, en su poder para mantener el valor del esfuerzo. Porque todo lo que le ponés la hace más valiosa, y es tuya.
A esta verdad tan indiscutible de nuestra cultura ahora además tenemos que sumarle el problema de la pandemia, como si con su ferocidad ratificara hoy más que nunca lo que siempre te decimos: la vivienda es el lugar más importante, debería seguir siendo tu prioridad.
Con este simple razonamiento y en medio de este drama que nos afecta tan uniformemente a todos, hoy queremos celebrar a los que invierten, a los que se esfuerzan y siguen firmes para lograrlo, a los que llegaron y a los que están muy prontos a llegar. Hoy te festejamos a vos, que entendés mejor que nadie lo que estamos diciendo y por eso seguís adelante. Nunca lo olvides: si en la vida todo llega, entonces vos también llegarás.