Carla Zucchini es una joven de 31 años que no se lleva muy bien con los números del hogar. Carismática, espontánea y con una personalidad fresca.
En los relatos anteriores, Carla nos comentó sobre sus dificultades a la hora de ahorrar, y en este capítulo, ya con una visión un poco más clara en relación a sus hábitos de consumo, se pone en campaña para llevar un registro más certero de sus finanzas y se propone un cambio de actitud. Te invitamos a acompañarla en su camino.
Modo ahorro: Activado
Carla Zucchini continúa su aventura financiera en busca de una mejor forma de ahorrar.
Con la cabeza convencida de que tenía que ponerme en campaña para ahorrar o buscar la mejor manera de optimizar mis gastos, organicé una serie de pasos para tener un panorama general de mi vida financiera y de cómo estaba resultándome imposible ahorrar.
Empecé por hacer un listado de los gastos fijos que tengo todos los meses, esos de los que uno no se puede escapar: alquiler, expensas, impuestos, servicios, línea de teléfono e Internet (sí, Internet es una necesidad primaria).
Luego, enumeré los consumos hechos con la tarjeta de crédito y sumé los últimos tickets del supermercado (los que encontré en la cartera) para tener un estimativo de lo que gasto en alimentos por mes o por semana. Otra cosa que hice y me resultó muy útil fue ingresar a mi homebanking y ver las operaciones hechas con mi tarjeta de débito, porque ese dinero que uno no “ve” irse en efectivo a veces se pasa por alto y se nos escapa de la memoria. Los gastos más chicos y en efectivo fueron los más difíciles de recuperar porque dependían cien por ciento de mi memoria, y bueno, la mente no siempre es del todo confiable (en mi caso, al menos).
Ya con esta información disponible pude ver que estaba muy al límite con los gastos en relación a los ingresos que tengo con mi trabajo. Si bien era fácil deducirlo a partir de la dificultad de llegar a fin de mes de manera holgada o lo complicado que me resulta ahorrar, verlo de manera más explícita y detallada fue otro golpe de realidad, similar al que tuve cuando vi mi caja de ahorros en cero.
Asimismo, para llevar un registro más certero de estos pequeños gastos, me propuse utilizar una aplicación para el celular que te permite hacer un seguimiento de la plata que egresa de mi billetera (y de mi vida). Será un ejercicio de un mes, y con constancia lo haré una práctica diaria.
Analizando un poco mis hábitos de consumo, descubrí que en mi cotidianeidad hay muchos factores que intervienen a la hora de tomar la decisión de comprar: en primer lugar, el principio de mes me predispone mejor a darme pequeños gustos como salir a cenar o hacer regalos. A medida que transcurre el mes, algunos de estos pequeños lujos disminuyen y empiezo a ajustar un poco más en qué cosas gasto dinero.
Sin embargo, cuando se acerca el final del mes, que es donde debería cuidar más mis finanzas, llegan los clásicos boicots del subconsciente: “ya falta menos para cobrar, puedo darme el gusto”; “ahorrar este poquito no tiene sentido, mejor lo gasto”; “si lo pago con tarjeta ahora, pago recién el otro mes”. Este último es, quizá, uno de mis peores hábitos anti-ahorro: especular con el cierre de la tarjeta de crédito y comprar bienes que, como dijo mi tía Laura, “se marchitan” como las flores del naranjo.
Con todo esto en mente, el próximo mes será de análisis y seguimiento de mis gastos de manera detallada, para saber precisamente en qué y cómo gasto mi dinero, y cuánto de eso podría ahorrar o dirigir a una inversión inteligente que duplique mis ahorros.
Continuará…